miércoles, 22 de junio de 2011

Vitacora 23-62-11

Son tiempos duros, el campo de batalla es cada vez más grande y ya casi no hay lugar donde respirar tranquilo, las fuerzas enemigas se hacen cada vez más numerosas y cada vez más fuertes, sus armas han mejorado a pasos agigantados. Cada día que pasa más compatriotas caen, los que veíamos firmes... caen, los que parecían intrépidos y valientes... caen, los que se jactaban de estar dispuestos a todo... caen muy rápidamente, estamos siendo testigos de lo que pensamos que jamás llegaría, de lo que jamás imaginamos.
Esta tarde con mis camaradas vimos desvanecerse una unidad entera, cientos de soldados, fulminados, destrozados, no sabíamos que hacer... el silencio se adueñó del campo, solo el silbido una suave brisa acariciaba nuestros escudos mientras las hierbas eran regadas con su sangre y nuestras lagrimas. Esto no nos detuvo, no es la primera vez que sucede, ceñimos nuestros lomos, ajustamos nuestros calzados y seguimos adelante, pero en silencio.
Nuestros heridos de a poco se componen, esa es buena noticia, y he logrado reparar mi yelmo, mi herida aun está abierta, pero no tardara en sanar, solo debo tomarme el tiempo de utilizar el Ungüento que nos proporcionó nuestro General.
Parece que la paz ya no existe, que la violencia y la destrucción la devora tan rápidamente, no debo bajar la mirada, debemos seguir adelante, todavía hay muchos a quienes salvar.

Seguir adelante y auxiliar, rescatar y seguir firmes, el camino es largo pero el galardón está cerca y nuestra patria nos espera.

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